Dependencias a la nada  

Hace dos décadas y media mi soledad no estaba partida, la agarraba en su totalidad y me la echaba en una mochila anaranjada con franjas verde olivo, en las coladas basálticas de la zona cultural de la UNAM la recostaba, me sentaba junto a ella hasta que el Sol se ponía rojo de pena y no lo soportaba, entonces ella se derretía, se infiltraba por las grietas del pedregal. Volvía a casa con la mochila vacía, ligera, solo por haberme desecho de soledades.

Ahora se me ha duplicado y ya no cabe en el saco, los basaltos ya no disuelven nada y el Sol se nubla de alegrías, sin costal para vaciar todo se vuelve de alguna manera más pesado, impedido de recurrir a las grietas se me anega el alma de camaraderías, me aterra el saber que le océano tiene sus finitudes.

Sólo la noche me ahueca el alma y satisface mis dependencias a la nada.

Xotlatzin >< :>
martes 08 de junio de 2010; ~20:00 hrs.


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No me fatiga la tempestad sino la náusea (Séneca).