Mi fuero interno (II)  

El horizonte se me precipita, la línea me succiona,
mi caer no es hacia el centro de la Tierra sino al corazón del Sol,
las auroras boreales son trazas de otros corazones con los que comparto el sino.

En las tormentas la arena afilada decora mis mejillas de hilos púrpura-escarlata. Soy rápido pero no lo suficiente para cortar mi ombligo que gravita en este mundo planetario.

¿Estaré condenado al eterno retorno?
Me aterra el pensarme en un caer continuo y rasante;
El águila mexicana me clava la mirada llena de reflejos áureos y pregunta,
sin decirlo, si es hora de que me aviente la serpiente.

Yo me opongo, quiero ir un poco más rápido,
sólo superarme a mi mismo una fracción de segundo cada ciclo,
si lo logro ya no caere,
volaré a una elipse de otros ciclos.

¿Pero es que no lo veo?
¡Caigo a una estrella y creo que lo hago hacia el planeta!
Ahora lo comprendo todo y paro, ya no lucho,
¡ya con el nacer lo había alcanzado!

Ahora todo es negro,
las auroras son ya una dona bajo mis pies correosos,
el viento solar cauteriza mis heridas.

Me precipito a tí Nanahuatzin,
los campos vectoriales secundarios se debilitan en mi ombligo.

¡La raza cósmica me ha jalado,
los ojos del ave son los de Tonatihu,
me reintegro al Universo que ha explotado!

El Dios me pregunta sin decirlo,
veo mi cuerpo de reptil y me deprimo.

Tezcatlipoca Negro y Rojo se destrozan,
mi corazón se hincha en mi alma atemporal,
y ya no sé si soy finito o infinito,
o una combinación antagónica de plenitudes.

Tú estas serena a mi lado,
suspiras dulcemente en medio del campo sagrado,
llueve en mis adentros un poquito,
parece que oyes un estruendo de un tlaloque intempestivo,
susurras preguntando si tengo frío.


Xotlatzin :>
Julio 8, 2007
12:39


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No me fatiga la tempestad sino la náusea (Séneca).