La libertad de una ceja  

Mirando al techo me toqué las cejas, una se desprendió suplicando que la liberara de mí en seguida; yo intenté darle alturas, la lancé con la esperanza de que un remolino la elevara satisfaciendo su último deseo antes de ser sepultada entre el polvo infestado de ácaros.
Cayó cual pajarito desprovisto de alas, ella de pájaro.

Llegó Metztli cantando y dijo que quería echarse una marometa, yo aplaudí y me desentendí por siempre de lo caprichoso que se puede poner el aire o de las malentendidas libertades.

Xotlatzin >< :>
domingo 25 de mayo de 2008; 12:11 hrs.


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No me fatiga la tempestad sino la náusea (Séneca).