Breves encuentros con mi anti-Yo  

En el principio sólo intuía su presencia, como si lo oyera apenas, no quiero decir que estaba lejos, su voz era clara y fuerte, pero no le había adivinado una personalidad ajena a la mía, lo descubrí cuando empecé a no reconocerme en él; no sé si me explico, la cuestión no es nada sencilla.

Una mañana me paré con esa ansia de trabajar, de escribir mis líneas del día, para mí las mañanas son como adolescencias repetidas, llenas de energía, de planes, de vida.

Primero vi en el corriente espejo moderno y lleno de luz a un Xotlatzin un tanto bofo, con ojos todavía brillantes pero con los párpados inflamados por la grasa acumulada en los cachetes.

Prefiero el otro espejo, al que temo, el de obsidiana, es tan obscuro que debo acercarme y abrir bien los ojos para ver algo, en ese lapso es cuando ocurre el milagro, queda de repente uno enfrente de uno mismo. Es una sensación que pesa, de pronto está uno tan con uno que en tan oscura intimidad se alcanza a presenciar a dios, lo primero que se nos ocurre es mentir, tratar de engañarlo, fingir que todo está bien; es allí donde nos mentimos a nosotros mismos, y el dios se mofa, se burla de nuestra estupidez porque hemos olvidado que estamos frente al espejo y que hablamos con nosotros en una santísima trinidad indescifrable. Aterrado abandono nuestra comunión, huyo, la evito, es difícil estar frente al espejo de obsidiana, frente a Tezcatlipoca, cara a cara, pero la obsesión me persigue, ¿quién es ese otro al que no reconozco, al que no acepto y al que veo en el espejo de obsidiana, al que tanto niego?

Xotlatzin >< :>

Sábado 22 de diciembre de 2007; 14:06 hrs.

(fecha maya) 12.19.14.16.14


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No me fatiga la tempestad sino la náusea (Séneca).