Futuro: Cosecha de acciones  

Reflexiones de la sección 1.1 a 1.3 de C. I. Lewis (1946).

El sufrir o el gozar no sólo es relativo y personal, sino merecido y justo (con sus honrosas excepciones).

Cualquier persona tiene la capacidad de adquirir los conocimientos necesarios para usarlos como elementos de evaluación con el propósito de actuar para influir sobre acontecimientos futuros.

Un ser activo debe anticiparse a las experiencias para provocarlas o anularlas (en medida de lo posible). Si éste tipo de acciones preventivas no se implementan, entonces el individuo pasivo no podrá actuar más allá de sus sentimientos y deberá resignarse a una vida de gozos y de sufrimientos arrojados sobre él por un destino azaroso y caprichoso. Si el individuo no tiene la capacidad de hacerse de tales conocimientos, o si sus conocimientos son ajenos a la realidad, entonces las consecuencias pueden resultar fatales.

Es importante diferenciar entre creencia y saber, ya que la creencia puede ser falsa y por lo tanto ser contraria a la esencia del saber, es decir, a la verdad.

Muchas veces nos sentimos irritados cuando alguien nos cuestiona sobre algo y no podemos dar fácilmente una respuesta correcta, tal situación pone en evidencia ante nosotros mismos la posibilidad de que nuestras decisiones estén sustentadas en premisas inseguras; éstas personas inquisitivas son positivas para nosotros ya que garantizan un control de calidad en la consistencia de los argumentos que usamos frecuentemente para tomar decisiones.

Si logramos neutralizar la reacción de nuestro ego lastimado e ignorar nuestro amor propio caído cuando no sabemos qué responder a algunas preguntas, entonces descubriríamos que a menudo entre más seguros estamos de lo que creemos saber, más trabajo nos cuesta el poder precisar lo que queremos decir y el cómo es que lo sabemos. El saber no es una categoría descriptiva sino normativa: demanda exactitud.

La próxima vez que alguien te pregunte:

1. ¿Cómo lo sabes, en qué se basan tus creencias para que sean verdaderas?

2. ¿Qué quieres decir, cuáles son las evidencias de lo que dices?

Ponte alerta, porque si no puedes contestar a una de estas dos preguntas se entenderá implícitamente (sin necesidad de decirlo) que te has retractado de tus aseveraciones.

No te sientas agredido, reflexiona y piensa que el inquisidor al retarte a dar explicaciones que no sólo sean convincentes, sino exactas y apegadas a la verdad, te hace el favor de afinar tus mecanismos de evaluación para poder planear acciones que de alguna manera repercutirán en tu futuro. Se vale decidir sufrir, ¿por qué no? Lo que es importante es el tener consciencia del desenlace al que nos conducirán nuestras propias acciones.

Hace unos años un vecino, entrado en sus sesentas, caminaba descalzo y en calzoncillos por el estacionamiento de la unidad habitacional en la que vivíamos -¡Ayúdenme por favor! –Gritaba restregándonos su incomodidad por el estado psicológico en qué se encontraba. Mi amigo D. se asomó y dijo tajantemente: – ¡Mira la cosecha de una vida saturada de malas decisiones! Todavía se me erizan los vellos cuando recuerdo esa frase en sincronía con el lamento.

“..es con los actos como respondemos siempre, y también con los actos preguntamos.”

José Saramago en El año de la muerte de Ricardo Reis.


Lewis, C. I., 1971, An analysis of knowledge and evaluation: The Paul Carus Lectures: La Salle, Illinois, Open Court Publishing Co., 568 p.

Xotlatzin >< :>

martes 15 de abril de 2008; ~23:00 hrs.


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No me fatiga la tempestad sino la náusea (Séneca).