Salir del laberinto  

Se acerca la ciudad que añoro y me recuesto un poco en el camino, me quedo dormido, mi padre me toca el hombro suavemente, me dice sin palabras que hay que completar el recorrido, tomo una pequeña roca como prueba de haberme ido, de no haber soñado el coma del desaparecido.

Añoro el despertar con la certeza de saber que se ha terminado el exilio, de saberme por siempre en Tenochtitlán, de poder volver a ser parte de ese lago que también se ha ido.

Viernes 29 de febrero de 2008; ~ 22:00 hrs.

Xotlatzin >< :>


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No me fatiga la tempestad sino la náusea (Séneca).